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domingo, 23 de octubre de 2011

‘Teníamos que salvarle la vida’

El infante de Marina Yomar Nilson Charris Náder arriesgó su vida para salvar a un compañero que había caido en un campo minado.

Por CC RVA BLANCA ELENA REYES
Especial para HÉROES

La vida cambia en un instante, casi tan rápido como se desvanece un suspiro… En mayo de 2010, el infante de Marina Profesional Yomar Nilson Charris Náder participaba en una operación helicoportada y combinada en el Valle del Cauca. Como siempre, disciplinado y comprometido, avanzaba observando el entorno y escuchando los sonidos de la naturaleza.


“La operación se desarrollaba en la inmensa selva… En eso, una explosión terrible… Desde  donde estábamos pudimos observar a un infante de Marina que había pisado una mina… Vimos un inmenso cráter en cuyo interior estaba el Infante con sus dos piernas amputadas… En ese momento pensé que teníamos que sacarlo del sitio, para que pudieran brindarle los primeros auxilios… Teníamos que ayudarlo en ese momento tan terrible y salvarle la vida…”, afirma el infante de Marina Charris Náder.

Unas lágrimas rebeldes se asoman mientras mira a lo lejos. Luego, respira profundo y continúa el relato del día que cambió su vida. “Teníamos que actuar rápido. Era nuestro deber. Pensé que el camino que el Infante había seguido debía estar sembrado de minas, por eso rodeé el lugar hasta llegar a donde permanecía. Cuando di el paso para sacarlo, sentí una fuerte explosión que me lanzó al aire. Todo fue muy rápido… Mi pie izquierdo estaba destrozado y la pierna derecha tenía graves heridas”.

El infante de Marina Charris Náder y su compañero fueron evacuados del lugar a bordo de un helicóptero. Recibió primeros cuidados en el Hospital de Buenaventura y atención especializada en la Clínica Valle de Lili, en Cali. Posteriormente, lo trasladaron al Hospital Militar.

Hoy, continúa su recuperación en el Batallón de Sanidad mientras sueña profesionalizarse como economista y trabajar en el sector financiero. Cuando no está realizando las rutinas de ejercicio o en las terapias programadas para lograr su plena recuperación psicofísica, el infante de Marina Charris Náder prende su computador para estudiar economía, para leer los análisis y opiniones de experto publicados en los principales diarios económicos de habla hispana.
“Mi estrategia de vida ha sido trabajar. Trabajar con disciplina”, sostiene.

DISCIPLINADO
Es el mayor de nueve hermanos. Nació el 31 de enero de 1977 en La Guajira y creció en el Carmen de Bolívar. Pasada la adolescencia, Charris Náder comienza a trabajar acompañando a su padre como jornalero en una finca. Posteriormente, vende verduras en la plaza del mercado de En San Onofre y labora como albañil en Valledupar. Para entonces, como ya había cumplido 18 años de edad, le exigían la Libreta Militar para ofrecerle trabajos fijos.

No tardó en viajar a Cartagena, donde se ganaba la vida organizando las carpas de la playa y vendiendo gaseosas. Fue ahí cuando conoció a unos Infantes de Marina de Batallón de Infantería de Marina No. 2, con sede en Bocagrande. Enseguida supo que ese era su destino. El 31 de enero de 2000 ingresó a la Infantería de Marina para prestar el servicio militar.
En dos oportunidades fue elegido como el mejor soldado. Lo felicitaban por su disciplina, entusiasmo, compromiso y compañerismo…

Al finalizar el servicio, decidió incorporarse como Infante de Marina Profesional. En 2001 ocupa el primer puesto en el Curso de Contraguerrilla.

En noviembre de 2001 fue trasladado a Puerto Leguízamo (Putumayo) y de ahí a Tres Esquinas, donde la Infantería de Marina establece la Unidad de Tarea Fluvial del Caquetá, orgánica de la Brigada Fluvial de Infantería de Marina Nº. 3. Años después es trasladado a Buenaventura, al Baflin No. 1.

Como puntero de su compañía, el infante de Marina se comportaba con profesionalismo. “La tropa confiaba plenamente en él, le creía… Sabía que su responsabilidad era grande y que muchos dependíamos de él”, asegura un infante de Marina que le acompañó en esa época.
“En muchas oportunidades, gracias a las buenas relaciones que manteníamos con la comunidad, éramos alertados sobre posibles movimientos de la guerrilla”, confiesa el infante, y explica que aprendió a ser observador. “Durante los cuatro años que estuve en Tres Esquinas aprendí a conocer las expresiones de la gente. Observándola, yo intuía si podría haber peligro… Sé que gracias a eso en muchas oportunidades logramos evitar emboscadas…”.

MEDALLAS
Entre las condecoraciones y medallas que el alto mando le ha otorgado al infante de Marina profesional Yomar Nilson Charris Náder se encuentran: condecoración Servicios Distinguidos en Orden Público, Orden del Mérito Naval Almirante Padilla, categoría Compañero; medalla Servicios Distinguidos a la Infantería de Marina y Medalla militar ‘Heridos en Acción’.

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